Desayuno e intento infructuoso de cambiar las cenas para coincidir con nuestros compis de viaje pero fue imposible. Fuimos en busca del trenecito y a la playa a disfrutar del solete caribeño (aunque estábamos en el atlántico).
Ya estaban allí Ana y David, que gentilmente habían pillado hamacas para todos, pero en la sombrita. Pero nosotros con nuestra superprotectora de 30 queríamos sol y al sol que nos fuimos.
Los chicos de BCN se fueron antes de comer, porque Cristina había decidido disfrutar del maravilloso Spa del hotel, asi que nos fuimos a comer con los Toledanos. Había 2 buffet a pie de playa y decidimos probar el otro, que también tenía piscinas y estaba mucho mejor, basicamente porque era más fresquito, ya que tenia techo (el otro tenía como sombrillas independientes) y por la variedad de comida que era más amplia.
En la comida, arreglamos un poquito el mundo (sobre todo el tema pareja-convivencia y de ese palo...ufff!!), y volvimos a torrarnos a la playita. Fue destacado que en esta comida, hubo una declaración de fraternidad entre Ana y yo...Hermanos forever!
Cuando ya decidimos que estábamos lo suficientemente recocidos, nos volvimos a las habitaciones, esa noche nos tocó cenar sólos, porque nuestros compañeros tenían reserva en los temáticos.
Quedamos en el lobby y poco a poco fueron apareciendo nuestros compis, y mientras hacíamos tiempo, nos inmortalizamos debajo de un cuadro "hermosísimo"
Y al final ese sería nuestro punto de encuentro todas las noches (y mira que los sofás eran incómodos eh?). Poco a poco fueron apareciendo los compañeros y comentando como habían sido sus cenas.
Cafecito...copichuela de rigor...y a mimir...
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